lunes, 4 de enero de 2010

Fallas del protocolo de Kioto

Los gases, los países y los bonos del calentamiento global 






PEDRO MEDELLÍN MILÁN
Profesor Investigador de la UASLP
Publicado en Pulso, Diario de San Luis
Sección Ideas, Pág. 4a del jueves 28 de junio de 2001
San Luis Potosí, México


Parece una carrera de esas que se pierden por las razones equivocadas. Este puede  ser el caso del Protocolo de Kioto, que pretende resolver el calentamiento global empezando por un primer acuerdo internacional para disminuir las emisiones de gases de invernadero a la atmósfera. ¿Porqué se perdería? bueno, la realidad es que es un intento dentro de los límites de lo “factible”, para reducir las emisiones sin cambiar la lógica del sistema de producción de energía, es decir que se siguen usando los combustibles fósiles para producir energía eléctrica. Pero nadie sabe en realidad si se podrán cumplir sus metas y si al lograr la reducción se mantendrá bajo control el recalentamiento global y, más aún, si se podrá evaluar el grado de éxito.



¿Y porqué se perdería por las razones equivocadas? bueno, porque el esfuerzo sólo podría estar bien orientado de rebote. Esto es, que resultara tan difícil reducir las emisiones, que finalmente los generadores prefirieran buscar una verdadera energía primaria alternativa, más ecológica: eólica, fotovoltaica, geotérmica, hidroeléctrica y otras, o una combinación de todas estas. Hay inclusive quien piensa (David G Victor, “Climate of Doubt” en The Sciences, vol 41, No 2, primavera 2001, revista de la Academia de Ciencias de Nueva York) que el tropiezo motivado por la irresponsable negativa de EUA a participar en la reducción de dióxido de carbono puede ser una “bendición enmascarada” pues el tratado estaría de todas maneras destinado al fracaso y más vale rehacerlo.


¿CUÁLES SON LAS FALLAS?

1. El primer problema es que el protocolo pretende controlar las emisiones de otros gases de invernadero además del dióxido de carbono (CO2). La razón por la que se incluyen estos otros gases es válida: son gases de invernadero más potentes que el propio CO2, pero que se encuentran en mucho menor cantidad en la atmósfera, por eso el CO2 (20,000 millones de toneladas al año en el 2000) es a pesar de todo el más importante. Sin embargo, las casi insuperables dificultades para llevar el conteo de tan diversas fuentes y emisiones hacen que el tratado pierda fuerza. Es el caso del metano que proviene de pozos petroleros, oleoductos, ganado vacuno, cultivos de arroz, plantas de tratamiento de aguas residuales, rellenos y basureros; así como del óxido nitroso de los fertilizantes nitrogenados. En contraparte, el conteo de las emisiones de dióxido de carbono es tan fácil de llevar como saber cuál es el consumo de los diversos combustibles fósiles del país en cuestión, ya sea de producción propia o importados. A partir de ahí, el conteo es una operación numérica simple. Tal vez sería mejor centrarse sólo en el CO2 producido por la quema de combustibles fósiles con tal de hacer el tratado más efectivo.


2. El segundo problema es que el protocolo incluye a los 38 países industrializados que forman parte del sistema y estos en conjunto deben reducir sus emisiones entre el 2008 y el 2012 a 5% por debajo de las emisiones de 1990. Esto es, deben bajar de las aproximadamente 20,000 millones de toneladas de CO2 que se producen hoy a 16,000 millones. Pero el protocolo no incluye a países en rápido proceso de industrialización como China, que en unos años producirá una proporción importante del total. La lógica de esto es en principio razonable: si históricamente los países ricos industrializados han producido la inmensa mayoría de la contaminación, no sólo de gases de invernadero, es justo que sean quienes hagan también el mayor esfuerzo.



Pero mientras los países ricos vayan bajando las emisiones (si lo logran), estas pueden ir aumentando en otros. Esto será cierto no sólo por el propio crecimiento de la industrialización, sino también porque algunos países ricos pueden elegir, por ejemplo, instalar generadoras de energía eléctrica en países que no tienen esta restricción, burlando así los propósitos del tratado. los EUA, por ejemplo, que con 4% de la población del mundo produce el 25% de los gases de invernadero, tiene planes de instalar termoeléctricas en México y los movimientos ciudadanos españoles están protestando por la proyectada instalación en su país. También puede suceder que mientras los países ricos cambian de carbón a gas (que produce la mitad del CO2 por unidad energética producida), los pobres asuman el costo ambiental de la contaminación. Por ejemplo, mientras México propone tratados con EUA para transferirle gas natural, en Tamuín se instala la Termoeléctrica del Golfo con un combustible aún más contaminante que el carbón.

3. El protocolo de Kioto está basado en un sistema de comercio de bonos de carbón, que representan la contaminación que se permitiría generar en 2008-2012: 16,000 millones de toneladas de CO2. Si alguien no puede o no quiere cumplir sus metas, en principio podrá comprar bonos de alguien que está por debajo de su cuota (si lo hay). Se supone que este sistema se implementó para hacer viable el protocolo, pues era claro que algunos países no podrían cumplir con sus metas y mientras que otros ya las estaban reduciendo mucho por razones indirectas: sus economías decrecieron. De manera que un decremento que ya se había logrado de todas maneras se contabilizará y estos países incorporarán a sus economías grandes cantidades de recursos por la vía de la venta de bonos para que otros países puedan no cumplir sus metas. El sistema que se instaló para darle viabilidad al tratado puede terminar haciéndolo inviable. Si además de estos obstáculos los EUA insisten en contabilizar sus bosques como “sumideros” de carbono, al acuerdo internacional le depara un futuro incierto

 Para leer el Protocolo de Kioto entra aquí:http://unfccc.int/resource/docs/convkp/kpspan.pdf



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